Si hay algo que distingue a los maestros de la obra en Colombia es su tenacidad, y José Albino Méndez es la prueba viviente de que con esfuerzo y persistencia, cualquier meta es alcanzable. En A La Obra Maestros tuvimos la oportunidad de conversar con este especialista en construcción liviana, cuya historia está llena de caídas, aprendizajes y un regreso triunfal. ¡Así es como se construyen los verdaderos líderes!
Los comienzos: del barrio a la obra
Hace 24 años, José Albino era solo un muchacho con ganas de trabajar. Su hermano mayor, ya metido en el mundo de la construcción, le abrió la puerta a un oficio que cambiaría su vida. “Yo quería trabajar porque tenía una familia por sostener, así que con cédula en mano y muchas ganas, entré a la empresa Roberto Londoño”, recuerda.
Pero no fue fácil. Al inicio, le tocó hacer de todo: desde alcantarillados (¡sí, salía oliendo a rayos!) hasta mezclas y pintura en los barrios. Sin embargo, no se dejó amilanar. A los 18 años, ya tenía claro que este era su camino.
Cuando la vida te da una placa de yeso, apréndela a instalar
Su primer contacto con la construcción liviana llegó cuando la empresa comenzó a trabajar con Superboard y Gyplac de Etex. “Yo no tenía ni idea de qué era eso, solo conocía el martillo, el metro y el bisturí”, confiesa entre risas.
Pero su actitud lo llevó lejos. Con paciencia, aprendió a diferenciar cada material, a cargar placas sin que se le cayeran en el camino (sí, eso también le pasó) y a cortar estructuras con precisión. No tardó en convertirse en práctico, aunque no sin antes recibir una de esas “bromas de iniciación” que todo máster ha vivido: un collar hecho con alambre para que memorizara cada pieza.
Sube, baja, aprende y vuelve más fuerte
La historia de José no es de éxito lineal. Más de una vez pidió ascenso, más de una vez se lo negaron, más de una vez se fue a probar suerte a otras empresas… y más de una vez volvió. Pero cada salida le sirvió para algo: aprendió nuevas técnicas, entendió la importancia de la experiencia y, sobre todo, se hizo un profesional más completo.
“Yo creía que me las sabía todas, pero cuando viajé a otras ciudades, me di cuenta de que me faltaba mucho por aprender”, admite. En Cali, por ejemplo, le tocó trabajar con oficiales de gran nivel, lo que lo llevó a exigirse aún más.
El regreso definitivo: un maestro en su tierra
Después de años viajando, José decidió volver a Manizales y echar raíces. “Extrañaba el clima, la comida y el agua que se puede tomar de la llave”, dice con orgullo. No fue fácil recuperar la confianza de su antigua empresa, pero cuando finalmente le dieron una última oportunidad, la aprovechó al máximo.
Con paciencia y esfuerzo, se convirtió en encargado de obra, liderando equipos de más de 20 instaladores. Hoy en día, no solo coordina proyectos, sino que también forma a las nuevas generaciones de maestros, transmitiéndoles la misma pasión que su hermano le enseñó hace años.
Lecciones de un maestro para los maestros
José tiene claro que en la construcción, el conocimiento y la seguridad van de la mano. “A veces por ahorrarse dos minutos, un compañero no usa el arnés, y eso puede costarle la vida”, advierte. Él mismo ha sido testigo de accidentes graves, lo que lo ha llevado a insistir en la importancia de usar equipos de protección, seguir protocolos y, sobre todo, cuidarse y cuidar a los compañeros.
Gracias al apoyo de Etex y su certificación con el SENA, ahora domina a la perfección el uso de materiales como Superboard y Gyplac, y sigue aprendiendo todos los días. “Nunca hay que dejar de aprender. El conocimiento es lo que nos hace mejores”, asegura.
El arte de construir una vida
Hoy, José Albino Méndez no solo es un maestro de la construcción, sino un líder que inspira. Su historia demuestra que el camino puede estar lleno de obstáculos, pero con determinación, se puede llegar lejos.
“Al final, la vida es un arte. Uno decide cómo la quiere construir”, dice con una sonrisa.
Y tú, máster, ¿cómo estás construyendo tu futuro?