¿Por qué se agrieta el concreto y cómo evitar la corrosión del acero en las estructuras? 

La corrosión del acero es una de las principales causas del deterioro de estructuras de concreto. Su primera manifestación es el agrietamiento del concreto en diferentes formas, dependiendo de la localización del acero corroído. Si el acero está expuesto a la intemperie, la corrosión se acelera y compromete la estabilidad de la estructura. Pero, ¿cómo evitarlo? Veamos las claves. 

¿Cuáles son las principales causas de la corrosión del acero en el concreto? 

La corrosión en el acero ocurre por un proceso electroquímico en el que influyen varios factores: 

  • Diseño de la mezcla: Una mala proporción de materiales puede aumentar la porosidad del concreto. 
  • Relación agua/material cementante: Un exceso de agua reduce la resistencia y aumenta la permeabilidad. 
  • Contenido de sales: Sulfatos y cloruros aceleran la corrosión del acero. 
  • Condiciones de curado: Un curado inadecuado deja expuesta la estructura a la humedad y contaminantes. 
  • Espesor del recubrimiento: Un recubrimiento insuficiente deja el acero vulnerable a los agentes externos. 
  • Condiciones ambientales: Temperaturas extremas y alta humedad favorecen la corrosión. 

¿Cómo se produce la corrosión en el acero de refuerzo? 

La corrosión ocurre por diferencias de potencial eléctrico en distintos puntos del acero, generando un proceso electroquímico: 

1. Formación de óxido de hierro:

La oxidación del acero provoca la expansión del material hasta siete veces su tamaño original. 

2. Agrietamiento y desprendimiento del concreto:

La presión del óxido genera fisuras y descascaramiento. 

3. Exposición progresiva:

El acero queda expuesto, acelerando el deterioro. 

¿Qué hacer para evitar la corrosión en estructuras de concreto? 

Para garantizar la durabilidad de una estructura de concreto armado, es fundamental aplicar buenas prácticas en su construcción y mantenimiento. Algunas estrategias clave incluyen: 

1. Usar concreto de baja permeabilidad 

  • Emplear una baja relación agua/cemento para reducir la porosidad. 
  • Incorporar aditivos impermeabilizantes. 
  • Utilizar cementos con resistencia a sulfatos y cloruros. 

2. Aplicar un proceso constructivo adecuado 

  • Usar mezclas de concreto con la trabajabilidad adecuada. 
  • Garantizar una compactación homogénea mediante vibrado correcto. 
  • Realizar un curado prolongado para reducir la contracción y evitar fisuras. 

3. Asegurar un recubrimiento adecuado 

  • Utilizar distanciadores para garantizar el recubrimiento mínimo. 
  • Aplicar recubrimientos protectores en superficies expuestas. 
  • Cumplir con las especificaciones técnicas en cuanto a espesores de recubrimiento. 

4. Diseñar pendientes y drenajes adecuados 

  • Evitar superficies horizontales sin drenaje. 
  • Diseñar estructuras con pendientes para la evacuación del agua. 
  • Aplicar selladores en zonas críticas para prevenir acumulación de humedad. 

«El mejor concreto no es el que más dura, sino el que mejor se protege. La clave está en prevenir antes de reparar.» 

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