Gran Feria de la Capacitación

Más que toderos: la pareja que convierte cada proyecto en empresa

En la Gran Feria de la Capacitación de Constructor Homecenter, conocimos a Angélica Leaño y Libardo Ramírez, una pareja que lleva más de 35 años compartiendo vida y trabajo. Su historia es un ejemplo de cómo la construcción no solo transforma espacios, sino también familias enteras.

El origen del oficio

Libardo heredó la pasión de su padre carpintero y de su madre, que también trabajaba en obra. Desde niño levantó paredes y aprendió a reconocer que la calidad empieza en los cimientos. Angélica, vecina del mismo barrio en Bogotá, se unió a su vida primero como compañera y luego como colega.

 “Nos dedicamos a pintar porque no teníamos muchas entradas y encontramos ahí un camino para crecer juntos”, cuentan.

Trabajo en pareja: reto y oportunidad

Muchos dicen que trabajar con la pareja es difícil, pero ellos lo han convertido en fortaleza. Su clave es sencilla: separar los problemas de obra de la casa. Cuando surge un inconveniente técnico, lo conversan en terreno y no lo llevan a la mesa del comedor. Así han sacado adelante hijas, nietos y una reputación que hoy los convierte en referentes de su comunidad.

Trabajar en pareja en la construcción no es solo compartir obra, es aprender a complementarse. Aquí les dejamos un acróstico con la palabra PAREJA, lleno de consejos para que el trabajo fluya con técnica y armonía:

Paciencia: no todo sale perfecto a la primera, aprender a escuchar y respetar tiempos evita conflictos.
Aseo: el orden y la limpieza en la obra también ayudan a mantener la calma en la relación.
Responsabilidades claras: dividir tareas técnicas y administrativas para que cada uno brille.
Estrategia: cotizar juntos, planear anticipos y revisar materiales evita problemas con el cliente.
Juego de roles: uno puede liderar la parte técnica y otro el detalle final; así se complementan.
Amor al oficio: trabajar en pareja funciona si ambos disfrutan lo que hacen y lo hacen con calidad.

Técnica y disciplina

Su especialidad es la pintura arquitectónica, pero se definen como “toderos finos”. Entre sus consejos técnicos destacan:

  • Inspeccionar antes de cotizar: nunca dar precio “a ojo”. Hay que medir, revisar humedad y calcular materiales.
  • Preparación impecable: el aseo es fundamental. Un piso protegido y limpio habla tanto como la brocha.
  • Respetar la ficha técnica: cada producto tiene tiempos y modos de aplicación. Ignorarlos es perder calidad.
  • Entrega como tarjeta de presentación: dejar el espacio más bonito de lo que estaba, con detalles cuidados.

Emprender desde la obra

Angélica y Libardo saben que ser maestro también es ser empresario. Por eso, recomiendan:

  • Definir anticipo y forma de pago antes de iniciar. Su regla: 33% al comienzo, otro porcentaje en la mitad, y el saldo al final.
  • Cotizar claro y por escrito, aunque sea en una agenda con foto por WhatsApp. La formalidad genera confianza.
  • Asesorar en materiales, para que el cliente entienda la diferencia entre calidad tipo uno, dos o tres.

Siempre aprendiendo

Angélica y Libardo insisten en que la construcción de hoy no es la misma de hace 30 años. Han pasado por cursos en el SENA y han aprendido a manejar nuevos productos que optimizan tiempo y calidad. “La tecnología en pinturas y acabados ha avanzado tanto que uno mismo se sorprende. Capacitarse es clave para seguir vigente y dar lo mejor al cliente”, dice Libardo. Ese compromiso con la formación continua es lo que les permite competir en un mercado cada vez más exigente.

El mensaje a los colegas

Diálogo y paciencia en todo momento”, resume Libardo. Angélica completa: “Hagan las cosas con amor, bien hechas, y en lugares limpios. Así todo fluye”.

Su historia recuerda que la construcción no solo levanta muros: también levanta familias, empresas y sueños. Como ellos dicen, la familia es una empresa, y la construcción es la otra.

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