Por: Fabio Niño
Todos hemos estado allí: disfrutando de una ducha cálida cuando, de repente, notamos que el agua no fluye como debería. Y es que, a pesar de ser el centro de nuestro alivio matutino o vespertino, la ducha del baño puede ser un punto crítico si no se maneja adecuadamente.
Impermeabilización: más que una opción, una necesidad
La ducha, con su constante exposición al agua y, en ocasiones, con problemas de pendiente, grita a voces una solución a prueba de agua. Algunos puntos clave:
- Prevención de filtraciones: ¡Nadie quiere un vecino enojado porque su techo gotea!
- Combate al moho y malos olores: si notas un aroma ‘extraño’, no, no es tu nuevo jabón.
- Mayor durabilidad: la impermeabilización es como el yoga para tu baño. Lo mantiene en forma por más tiempo.
Los mitos de la cerámica:
¡Ah, la cerámica! Con sus diseños y colores, podría parecer la solución perfecta. Pero, querido maestro, no te dejes engañar. Algunas verdades:
- No es impermeable: como buenos colombianos, sabemos que un sombrero vueltiao no es suficiente para la lluvia. ¡Lo mismo pasa con la cerámica!
- No es amiga de los cambios: las estructuras se expanden y contraen. Lamentablemente, la cerámica no es fan de este baile y puede quebrarse.
- Las juntas traicioneras: sí, el agua, astuta como es, encontrará su camino a través de las juntas y ¡hola humedades!