Por: Tatiana Bahamón Méndez
La historia de este maestro que les vamos a dar a conocer proviene directamente de tierras costeras, de Barranquilla, una ciudad donde los sueños no duermen y para muchos nada se hace imposible.
Hablar del señor Gabriel Florez es remitirse de inmediato a una época de escasas oportunidades, pero donde prima la actitud. De chico siempre tuvo claro que no la tendría fácil si quería cumplir con lo que tanto anhelaba; estudiar y ser útil para la sociedad desde la profesión que eligiera.
Cuando cumplió 14 años dejó los libros y la escuela para empezar a trabajar, pues las necesidades no se hacían esperar. Para él las limitaciones nunca fueron motivo para dejar de luchar y más aún cuando las ganas por salir adelante eran más fuertes.
Sus primeros trabajos fueron en casas de familias y colegios, y fue justo ahí donde conoció la versatilidad ¡y de qué manera! Hizo la labor de jardinero, mensajero, mantenimiento, y hasta de celador, nada le quedaba grande.
Cumplidos sus 21 años gracias a unas personas allegadas conoció el trabajo que se realizaba en una construcción y sin pensarlos dos veces, fue adquiriendo conocimientos y mucha experiencia. Al poco tiempo ya era solicitado para realizar diferentes proyectos.
“Yo empecé construyendo casas de dos pisos y gracias a los maestros pude aprender sobre las diferentes fases constructivas. Poco a poco me fue saliendo más trabajito y ya me logré vincular con una gran empresa” Gabriel.
Así como lo cuenta, en el año 2003 empezó a trabajar con la empresa Arquitectura y Concreto y su primer proyecto fue el hotel Dann Carlton de Barranquilla; desde ese entonces ese capítulo de su historia continúa abierto y cuenta con grandes anécdotas y aprendizajes.
Nunca es tarde para aprender
A sus 58 años ha tenido grandes lecciones, entre ellas, que “nunca es tarde para hacer lo que se ama y se anhela”, ustedes se preguntarán el por qué y por supuesto que les contaremos.
A sus 51 años conoció a la Cámara Regional de la Construcción del Atlántico y ahí se le presentó una oportunidad muy especial que le devolvió la ilusión de cumplirle el sueño a ese niño de 14 años; terminar sus estudios.
Como una señal divina se apareció en la vida de este maestro el programa Obras-Escuela de Camacol y la Fundación Construtecho bajo la coordinación de Nohemy Stevenson. En este programa que tiene como fin brindarle la oportunidad a muchos trabajadores de la construcción que no han tenido la oportunidad de culminar sus estudios, retomó lo que tanto había anhelado por años.
“Haber tenido esa oportunidad para mi significó mucho porque cumplí lo que tanto había soñado desde niño y eso me ha ayudado a ser mejor en cada obra que realizo” Gabriel Florez.
Su edad no fue un impedimento, pues, aunque el reto era muy grande, contó con personas que lo motivaron a seguir adelante y de esta manera pudo terminar su básica primaria, el bachillerato, y hasta realizó un tecnólogo de construcción en el SENA.
“El señor Gabriel fue uno de nuestros más dedicados estudiantes tanto en Obras-Escuela como en el programa de validación del bachillerato. No fue fácil el proceso porque al principio tuvo que romper paradigmas muy fuertes como ‘ya soy muy viejo para estudiar’, entonces era un doble reto, estudiar y luchar contra pensamientos desmotivantes. Pero los docentes y el apoyo de la familia fueron determinantes para que este guerrero finalizara su educación básica primaria y media, y que también continuara con sus estudios en el Sena. Por eso siempre decimos, ‘nunca es tarde para estudiar porque la vida nunca deja de enseñar’. El señor Gabriel es un ejemplo de lucha, tenacidad y perseverancia para todos” indicó Nohemy Stevenson Directora de Comunicaciones, Gestión Gremial y Coordinadora de la Fundación Construtecho.
Lo sueños no paran
Lo que hace especial al señor Gabriel es la forma en que ve la vida; con optimismo, actitud y, sobre todo, con mucho amor, y cómo no hacerlo si tiene una familia maravillosa, su esposa, sus dos hijos, y sus cuatro nietos que son motivo de inspiración.
¿Han escuchado la frase que dice “las puertas siempre se abrirán para aquellos valientes que se atrevan a llamar”? es quizá una de las frases que podría representar la historia de este maestro que contra viento y marea ha luchado por conseguir lo que hoy en día ha logrado y por lo que aún le falta.
Ya son 35 años de experiencia en este maravilloso sector que tantas alegrías y conocimientos le ha otorgado y su compromiso es continuar trabajando de la mano de la compañía que tanto ha creído en él y que le ha permitido superarse a nivel personal y profesional. Actualmente es el encargado del laboratorio; estudia el concreto que llega a la obra y corrobora que sea el adecuado según las especificaciones y el tipo de obra.
“Mi labor es vigilar que el concreto que llegue, ya sea plástico, normal, fluido o el semifluido, sea el que se requiera en la obra y que esté en óptimas condiciones. Ese procedimiento también lo hago con el hierro que llega” maestro Florez.
Para el señor Gabriel hay una delgada línea entre un sueño estancado y un sueño hecho realidad, es por ello que aún conserva la esperanza de poder lograr todo lo que un día se propuso, entre ello, ser inspector de obra, y es que como dicen por ahí, ningún sueño es demasiado grande y ningún soñador demasiado pequeño.