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¡El mejor enchapador de Colombia es Tito Rojas!

El Enchapador 10 organizado por CORONA, CONSTRUCTOR Y RUBÍ, dejó grandes recuerdos y grandes enseñanzas para resaltar, sin embargo, la historia que usted está a punto de leer, puede llegar a llenarlo de una emoción muy grande.  

Fotografía: Alex Peña / El Editor

Tito, el ayudante del ayudante 

Fotografía: Alex Peña / El Editor

Tito Wilson Rojas, es un hombre oriundo de Briceño, Boyacá, de pequeño vivió en zona rural pero ya más grande,

se trasladó con su familia a Tunja, “Mi papá nos enseñó a trabajar desde que tenía uso de tazón andaba al pie de él, y aunque mi papá comenzó como ayudante de construcción, yo era el ayudante del ayudante”, afirma entre risas Tito. 

Sin embargo, el amor por la construcción le llegó desde la primaria, cuando su escuela rural cambió de bareque y adobe a construcción de Ladrillo y el único maestro de obra del pueblo,” ‘Juanito’ como le decíamos ya estaba muy viejito entonces yo pensaba que para ser maestro de obra necesitaba ser viejito y yo decía hmm pero eso cuando será?, yo lo admiraba mucho, y ahí nació el amor por el trabajo”. Cuenta Tito.    

Tito, cuenta que a él no le agradaba mucho la idea de trabajar, porque al ser tan pequeño el solo quería jugar “pero había que hacerlo y mi papá siempre nos enseñó a obedecer”, agrega que el estudiaba y trabajaba y vendía cosas en las obras de construcción para poder ir a la escuela.   

Ya más grande se dedicó a estudiar hasta el medio día y en las tardes a trabajar en las obras de construcción “Y allá me las arreglaba en ese tiempo no había restricción de trabajo a menores de edad, pues yo me la rebuscaba, y así dure como 6 meses” cuenta Tito.  

Y así fue escalando paulatinamente, “fue aprendiendo a pañetar, a pegar ladrillo, hacer pisos y hasta escaleras, algo que aprendí muy bien, porque yo viendo y viendo, empecé hasta que me volví experto en eso” cuenta Tito.  

El enchape de su vida  

Como todos en la vida Tito también ha enfrentado crisis, y así fue como conoció a Alejandro Mejía un maestro de obra, que no solo le abrió las puertas para trabajar en la remodelación de su casa, sino que también le dio la oportunidad de aprender el arte del enchape. 

Fotografía: Cortesía Tito Rojas

“A ese maestro le decían el maestro ‘Maldiciones’ porque siempre que hablaba echaba algún madrazo, pero él no lo hacia de mala persona, era en broma” comenta entre risas Tito.  

Tito aprendió el arte de enchapar con el maestro ‘Maldiciones’ y a pesar de que ya sabía lo básico del enchape, cuando le salió su primer trabajo como enchapador, no quiso ir, “Porque al ser una obra tan grande como el hospital de Tunja, siempre hay interventoría y yo le tenia miedo a eso, mame gallo y me fui a hacer un levantamiento de muros”. Pero como dicen popularmente le salió el tiro por la culata y un ventarrón le tumbo todos los muros que había levantado, y allí después de una amarga experiencia volvió para empezar a enchapar el Hospital de Tunja.  

 Ya después de ese trabajo, se dio cuenta que sí, que el alumno si puede superar al maestro, “con el maestro ‘Maldiciones’ aprendí a pintar, a estucar y hasta me trajo a Bogotá para remodelar una casa”, ya con el tiempo y después de trabajar mucho era hora de avanzar “ Yo me quiero ir, le dije al maestro, y el me dijo que si que tranquilo que yo ya le había pagado todo lo que me había enseñado y que le había ayudado mucho en la vida” cuenta Tito con nostalgia.  

Fotografía: Alex Peña / El Editor

Caminante no hay camino se hace camino al andar 

Luego se separarse de su colega, empezó a trabajar en Tunja, pero el trabajo no fluía como el esperaba y hubo épocas difíciles así que un día “le dije yo a la familia voy a buscar trabajo, cogí un maletín un par de mudas de ropa y me vine para Bogotá” así fue como a los 6 meses se trajo a su familia y empezó a progresar en la capital, de ese día a hoy han pasado 30 años.  

Y aunque confiesa que Bogotá no le gusta mucho para vivir, comenta que la ciudad para trabajar es espectacular “y soy muy de buenas para el trabajo porque no me falta, y me doy el lujo de que mis clientes me esperen” cuenta Tito.  

La familia.  

Hoy vive con su esposa Johanna en el barrio Asunción, en la localidad de Puente Aranda en Bogotá, tiene 3 hijos ya

Fotografía: Cortesía Tito Rojas

todos hechos y derechos como reza el dicho y en cuanto a nietos “No todavía no he tenido esa dicha, no sé qué se sentirá, es más mis hijos me dicen que no me haga ilusiones todavía”, entre risas dice Tito.  

La construcción y Tito  

Para Tito ser constructor, lo llena de orgullo, y su cara se ilumina cuando le preguntan que es lo más bonito que le ha dado la construcción, “Para mi lo mejor, ha sido la satisfacción de hacer cosas para los demás, cuando uno entrega un trabajo y ve que al cliente le gusta, me gusta esforzarme para que eso sea así” explica Tito. 

Se siente agradecido con Dios con la vida por haberle permitido construir “Yo no sé, a veces pienso que, si la vida me pusiera otra vez a elegir, yo volvería a ser constructor”, asegura con risas.  

El consejo 10 de Tito  

“Yo entiendo que las personas se desanimen, pero las cosas hay que hacerlas bien, yo le digo a los maestros que se capaciten, echar pa´lante siempre que hagan las cosas bien, y que a veces es más importante la sonrisa con él cliente y la honestidad con la que uno le trabaja”. Aconseja Tito.  

CORONA, un compañero de vida 

Fotografía: Cortesía Tito Rojas

Está más que agradecido con CORONA, “Gracias, Gracias Gracias por todo lo que me ha dado, y no solo a mi si no a muchos maestros, yo se enchapar hace muchos años y CORONA me ha enseñado de cosas nuevas de herramientas nuevas, y no solo eso si no materiales de calidad, entonces para mi CORONA es lo máximo, me ha dado todo”. Asegura Tito con satisfacción.  

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