Por: Fabio Niño
¿Alguna vez te detuviste a pensar cómo llegó a tu proyecto? ¿O cómo nació el acero que tanto utilizamos día a día? Hoy nos sumergiremos en el apasionante proceso de creación del acero, ese compañero silencioso y fundamental de la cotidianidad.
El origen del acero
El acero no crece en los árboles, y tampoco se encuentra listo para usar en la superficie terrestre. Este resistente material es fruto de una intrincada combinación entre el hierro y el carbono. Aunque, dependiendo de lo que busquemos, es posible añadir otros ingredientes a la receta para otorgarle características únicas, como mayor resistencia o flexibilidad.
¿Cómo se cocina el acero?
1. A partir del hierro:
Una vez que el hierro es extraído de la mina, es llevado a un horno especial, conocido como alto horno. En este «caldero gigante», se elimina todo lo que no necesitamos, las impurezas, y se conserva la mena, el corazón del hierro. Con un poco de magia (y mucha ciencia), se agregan pequeñas dosis de carbono, y voilá, el hierro comienza su transformación en acero. Pero aún no termina aquí; luego del baño caliente, el acero es moldeado y enfriado para tomar su forma final.
2. A partir de la chatarra:
No todo el acero proviene del corazón de la tierra. Una parte se recicla, dándole una segunda oportunidad. La chatarra es triturada y derretida en un horno a más de 1600°C. Una vez fundida, se desecha la escoria, que después tendrá su momento de gloria en obras civiles. Finalmente, al igual que su primo que viene del hierro, este acero reciclado es moldeado y enfriado.
¿Sabías qué?
La Asociación Mundial del Acero nos cuenta que el 70% del acero que conocemos y usamos hoy en día se produce mediante la técnica BF-BOF, utilizando hierro. Y, lo que es aún más sorprendente, ¡hacer una tonelada de acero hoy requiere solo el 40% de la energía que se necesitaba en 1960!
Entonces, la próxima vez que uses algo de acero, ya sea tu sartén, una lata de atún o una estructura en un edificio, recuerda el increíble viaje que tuvo que realizar para llegar hasta ti. ¡Y brinda por ese maravilloso baile de elementos que lo hicieron posible!