Dedicación, empeño y entusiasmo, son las palabras que definen a este maestro que nos abrió las puertas de su corazón para contarnos su historia. Por: Tatiana Bahamón Méndez
Luis Álvaro Cubides, más conocido por sus compañeros de estudio y anécdotas como el patrón, 54 años atrás fue recibido en la cuna de la hermosa Boyacá, siendo este su primer hogar durante años.
Otras de las ciudades que hacen parte de la vida de este maestro y que cabe mencionar, ha sido Bogotá, pues aunque en el llano pasó gran parte de su adolescencia, la capital le abrió las puertas y le dio a conocer lo que es el trabajo en la construcción.
El inicio de todo
Llegando a la fría, pero dadivosa capital, Luis Álvaro empezó a buscar oportunidades laborales y en esa búsqueda implacable fue como encontró la construcción.
Todo comenzó a sus 16 años siendo ayudante de obra y como fue pasando el tiempo, el hecho de poder hacer feliz a las personas mediante la construcción y el mejoramiento de espacios, enamoró por completo a este maestro de su labor.
Ver constantemente la alegría de los clientes luego de recibir el trabajo terminado a mí me llenó de ganas para seguir construyendo y progresando en esta labor. Señala el maestro.
Luis Álvaro es un trabajador incansable y siempre se ha esmerado para conseguir todo lo que se propone; de esa manera logró a sus 19 años dejar de ser ayudante para dar un paso más, convirtiéndose en oficial de construcción.
Ese fue un paso que marcó su vida y fue el inicio de muchos proyectos que sin lugar a duda lo han llenado de experiencia, inolvidables aprendizajes y colegas que se han convertido en grandes amigos. José Rodríguez es una de esas personas que estuvo desde en un inicio en este caminar de Luis Álvaro, fue su mayor mentor y compañero al que aprovecha cada oportunidad para agradecerle por haber dedicado parte de su tiempo para compartirle sus conocimientos.
Una labor de mucha resistencia
Como cuan mezcla en una construcción requiere de una dosificación exacta de materiales para obtener su mayor resistencia y durabilidad, así pasa en la vida de un maestro que trabaja en construcción; requiere de dosis infaltables de capacitación, práctica y mucho dinamismo.
Como les contaba, la historia de Luis Álvaro en la construcción inició desde lo más simple hasta lo más complejo, hasta llegar al punto de ser capataz de realizar con éxito cada una de las labores dentro de importantes obras.
A sus 54 años, alrededor de 40 los ha dedicado a su trabajo. Participó en la construcción de la troncal de la Caracas de la capital, en casas, en el llano hizo obras de arte en carretera y con el tiempo llegó a levantar casas de hasta 3 y 4 pisos.
Hay experiencias que marcan de por vida y justo una de esas que involucran precisamente la parte personal y profesional fue la que tuvo este maestro. Su obra más grande y la que le ha otorgado una gran felicidad, ha sido la de poder construirle una casa a sus padres, siempre fue parte de sus propósitos y bastó tan solo empezar a trabajar en construcción para materializarlo.
“Yo cuando empecé este trabajo de la construcción, mis papás tenían una casa de madera muy humilde en el campo y mi meta era aprender bien la construcción para hacerle una casa bien bonita a mis papás” comentó el maestro, y seguido del inicio de este relato, indicó que aunque no contaba con los recursos para hacer la casa completamente nueva, lo que sí tenía a su alcance mucho entusiasmo y la visión clara para lograr ese proyecto a toda costa; consiguió dos casas para demoler y de ahí fue sacando los materiales que necesitaba según el diseño que había realizado. ¿Que cómo terminó la historia? Mejor de lo que había imaginado el mismo Luis Álvaro, logró construir una casa de campo muy bonita que por su puesto lo llenó de orgullo a él y a sus padres.
Cuando se quiere se puede
Ningún sueño es grande cuando se trabaja día a día con determinación para alcanzarlo. Álvaro siempre ha sido reconocido por alcanzar lo que se propone y una muestra de ello es su proceso de aprendizaje. Después de realizar el tecnólogo en construcción en el SENA, se ha superado mediante los cursos que brindan diferentes entidades, lo cual le ha otorgado una visión integral de lo que puede llegar a hacer en un proyecto de construcción. Ese joven que de 19 años ya era oficial de construcción aunque muchos de sus compañeros llegaron a pensar que apenas estaba iniciando como ayudante, 40 años después, lleno de experiencia y con ganas de seguir incursionando en lo que se volvió su mayor pasión, sueña con pronto empezar a especializarse en reforzamiento de estructuras.
“Aunque yo sé trabajar muy bien lo que es mampostería, pañete, placas, electricidad, estucos venecianos, acabados, enchapes, estuco y pintura, yo siempre he anhelado especializarme en estructuras y eso es lo que tengo en mente hacer” L. Álvaro.
Las puertas siempre estarán abiertas para las personas que actúan con profesionalismo, empeño y dedicación, es por eso que todos los que conocen a este maestro no tienen más que decir que es un buen trabajador y que se le nota a leguas que trabaja con pasión. Sus clientes son fieles testigos de su responsabilidad, cumplimiento y amor por lo que hace, y es justo por ese motivo que no dudan en recomendarlo. Por eso al finalizar esta entrevista recomienda a todos sus colegas que puedan estar leyendo esta historia, que hay que ser responsables en los trabajos para mantener el gremio de la construcción en alto.