Acompañado de su amor y mejor compañera María Elisa Gallego, con una gran sonrisa en su rostro y una actitud arrolladora, sumada a una entera disposición, Gildardo nuestro maestro invitado nos compartió su experiencia y trayectoria de más de 40 años en el sector de la construcción. Por: Carolina Villa
¿Y es que quién no se enamora? Si ambos reflejan la unión, compromiso y lealtad dignos de 27 años de relación, en los que han batallado hombro a hombro junto a sus dos hijos Nilton y Jennifer para tener lo que en la actualidad definen como su mayor orgullo “la familia”.
Este pereirano inició sus labores de pintura desde los 15 años y actualmente con 58, recuerda que su primera experiencia fue como ayudante de estuco y pintura en la remodelación realizada en el año 1977 en la Calle 19 entre 6ta y 7ma, mejor conocida como La Lucerna. Durante este proceso contó con el acompañamiento de “El Caleño” particular apelativo de la persona que le ayudó y enseñó este oficio y a quien recuerda con mucho cariño.
Gracias a Dios, con este arte he podido sacar a mi familia adelante. Mis hijos viven muy orgullosos y mi señora con mayor razón. Menciona Gildardo extasiado ante este reconocimiento.
Desde el 88 al 90 y en adelante como contratista general, ha tenido muchas personas a su cargo que han reflejado el buen maestro que es Gildardo, pues su experiencia, compromiso, dedicación y guía han sido fundamentales en sus pupilos quienes, inspirados en él, han dado lo mejor de sí para la excelente terminación de cada proyecto.
“Yo empecé como estucador y pintor, pero los dos oficios para mi han sido maravillosos. Me divierto mucho haciendo mi trabajo”.
Y es que se nota, pues con la pasión que habla de su trayectoria no queda duda que no hace falta conocerlo desde siempre, para quedar maravillados por su gran desempeño.
En estos años que todo se va actualizando y cambiando, con la variedad de técnicas empleadas para el desarrollo de las actividades, Gildardo nos compartió detalladamente la evolución empleada en el sector de la construcción, específicamente en su campo de acción: “Los cambios han sido fenomenales porque hay más facilidades. Cuando yo aprendí, el estuco era gris con cemento y yeso, utilizábamos un agua masilla espesa para retardar el estuco, que no se quemara y pudiera trabajarlo con facilidad. Aparte de eso había que mojar las paredes”.
Pero en los 80´s con el caolín ya se estucaba mejor. No había que remojar paredes, sino que se preparaban las proporciones en un revoque seco. Después de eso, se facilitó el proceso, pues se empezó a trabajar con el estuco plástico y en crema que es lo que actualmente se usa.
Por supuesto las experiencias e historias son muchas, pero hubo una en especial que lo marcó junto a Luz María Zuluaga y el Arquitecto Jaime Villegas, cuando tenía a su cargo el estuco y pintura como contratista en el edificio El Mirador del Ocaso ubicado en la avenida Pinares. Pero con lo que no contaba, era con tremendo sacudón, susto, angustia y miedo provocado por el terremoto del 96.
Aunque no estaba en la obra para ese momento, pues todo sucedió alrededor del mediodía, eso era lo de menos. Gildardo temeroso de lo que podría pasar, tenía a todos sus “muchachos” reunidos trabajando en ese momento y aunque la angustia se apoderó de él, por fortuna no pasó de ahí.
El ser humano se caracteriza por acumular distintas situaciones en su vida que le permiten atesorar o simplemente olvidar lo sucedido. Precisamente de esa misma resiliencia y capacidad de asombro incluso a través del tiempo es nuestro invitado, quien nos respondió con una contundencia absoluta a la siguiente pregunta: ¿qué le diría al Gildardo de hoy?: “la experiencia de hoy es la tranquilidad de haber logrado tantas cosas, de haberme superado en este campo y hacer de uno de los trabajos más delicados, algo más completo y de alguna manera satisfactorio para los clientes”.
Con toda razón se siente orgulloso, pues, aunque no culminó sus estudios en la secundaria, debido a que muchas veces su trabajo no se lo permitió por hacerlo hasta altas horas de la noche, la sabiduría y lecciones aprendidas a través del tiempo son muestra suficiente del compromiso, dedicación y esfuerzo realizado por tantos años para lograr alcanzar en su profesión el reconocimiento del que goza actualmente.
“En tantos años que he utilizado múltiples marcas de pintura, para mi Pintuco es única. La recomiendo siempre con los ingenieros para que trabajemos con ella por su alta calidad. Hay muchas marcas que son buenas, pero Pintuco es Pintuco”. Comenta seguro Gildardo, quien además de un buen tiempo para acá hace parte de Fanáticos Pintuco, lo que le ha permitido estar en constante capacitación, además de recibir beneficios como viajar a Medellín a visitar la fábrica.
En esta historia los días difíciles se superan con una dosis extra de amor y dedicación, pero el único momento significativo para el maestro fue durante la crisis de los 2.000, cuando escaseó el trabajo y por poco pierde su casa, fruto del esfuerzo de tantos años. Con emoción y mucho agradecimiento, expone Gildardo:
“Pero hoy estoy muy bien, gracias a la generosidad del ingeniero Álvaro Marulanda y el arquitecto Juan Carlos de León a quienes les debo mucho y llamo mis padres. Pues han sido pilares fundamentales en este proceso”.
Para finalizar, Gildardo le dice a sus colegas que sigan adelante, porque esta es una profesión muy linda y cuando se hacen las cosas con amor se ven buenos resultados. También les dice a los veteranos que luchen, que nunca vayan a colgar la llana ni mucho menos la brocha.
Por último, exaltó la labor realizada por su pupilo Juan Carlos Betancur, quien lleva varios años con él y lo considera como un hijo. Actualmente se está recuperando después de haber pasado por un duro proceso de salud pues nunca dejó de luchar, demostrando que los fuertes serán siempre los vencedores.
Así como para Gildardo su familia es su mayor orgullo, sus muchachos representan una parte importante de su camino, lucha y compromiso en su trabajo. Siempre les hace saber que en él encontrarán apoyo y las puertas abiertas para que se sigan esforzando en la materialización de sus sueños.
Pues como dice Alfonso X el Sabio:
“La lealtad es lo que dirige a los hombres en todos sus hechos, para que hagan siempre lo mejor”.